Agencia de Noticias UPB - Medellín. Desde su composición biológica, el ser humano es simple. Carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno componen al ser que, gracias al convergir orgánico, se desplaza comprendiéndose humano. Esta simplicidad, arraigada a lo físico, es antagónica a la subjetividad inherente a cada persona. Desde la infancia, esta subjetividad, que se construye en relación con el otro, empieza a moldearse con cada experiencia que se adhiere como una marca indeleble y termina formando al individuo.
En una conferencia realizada en el marco de la Escuela de Verano Saberes UPB 2023, Marcelo Rocha, psicólogo y psicoanalista de la Universidad Nacional de Rosario, abordó la construcción de la subjetividad en la infancia, ahondando en las vivencias de la niñez y en cómo se almacenan en lo que se conoce como el inconsciente, un tramo oculto a la conciencia, pero que se encuentra presente en cada gesto, conducta y elección.
“Aquel niño que fuimos siempre está ahí, espiando cada situación, cada paso que damos, reapareciendo y, tal como si fuera una travesura, disfruta o sufre cada momento presente de nuestro accionar o sentir adulto. De acuerdo a cómo hayamos experimentado al mundo, tendemos a repetir esas experiencias. Nuestra sensibilidad dependerá, en gran parte, de esos primeros encuentros, de las huellas y marcas que allí se produzcan”, explicó Marcelo Rocha.
La subjetividad, que también puede entenderse como la personalidad, y que se encuentra ligada al inconsciente, se moldea basándose en las historias, deseos, fantasías y experiencias resultantes del acto de vivir, en el que siempre se genera un encuentro con los otros. Todo esto Jacques Lacan, psiquiatra y psicoanalista francés, lo interpreta desde tres nudos que constituyen al ser: lo real, lo simbólico y lo imaginario.
En este proceso de descubrimiento y autor reconocimiento, explicó Rocha, cualquier situación traumática puede desencadenar una serie de trastornos que se generan como una forma de protección ante los daños externos. Es por esto que, desde el quehacer psicológico, se busca disipar el sufrimiento a través de la palabra, logrando que los síntomas desaparezcan.
En esta conferencia se ampliaron estos conceptos con ejemplos reales de infantes con diversas historias y problemáticas, que, desde una comprensión más empática y menos estigmatizante, pudieron obtener un acompañamiento adecuado en su proceso de crecimiento.
Además, el psicólogo y docente también extendió la invitación para dejar de hiperdiagnosticar la infancia, entendiéndola como una etapa de construcción, donde la diferencia no siempre implica un trastorno, sino una forma de relacionamiento vinculado a la subjetividad de cada niño.
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Por Yessica Pérez Gómez – Agencia de Noticias UPB
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