Agencia de Noticias UPB - Medellín. El sufrimiento es una experiencia multidimensional, dinámica, cambiante y genera estrés. Esto no solamente afecta el componente psicológico en un individuo, sino también el biológico. Una persona usualmente sufre por aquello que implica una amenaza a su vida o a su proyecto de manera vital.
Ante circunstancias de estrés o sufrimiento, el especialista en Medicina del Dolor de la UPB, Jhon Jairo Vargas Gómez, propuso en su conferencia para Escuela de Verano, El sufrimiento, una visión integral, detenerse sobre la siguiente pregunta: ¿quién soy yo para dudar u opinar sobre el dolor del otro?
Vargas manifestó que cuando se está al lado de alguien o de una comunidad que manifiesta sufrimiento “es importante analizar qué tanto está sufriendo desde el componente biológico, desde el social, psicológico o espiritual, aclarando que entre estos no hay un componente más importante que otro, pero sus afectaciones pueden trascender en una persona más que en otra, dependiendo del rol social del individuo o comunidad”, afirmó.
Cada vez que una persona se enfrenta ante una circunstancia que le produce estrés, por una situación de adaptación, puede llegar a sufrir siempre y cuando esa adaptación implique muchos cambios o si además representa una amenaza de cambio que supera la capacidad de respuesta. Según el Especialista en Medicina del Dolor, los seres humanos tienen dos formas de enfocar el estrés:
“La primera se da de forma aguda o rápida en donde el Sistema Nervioso Autónomo manda una señal directamente a la glándula suprarrenal (órgano que libera la mayoría de las hormonas que influyen en el estrés) y esta actúa de manera inmediata activando el estrés, con favor de desactivarlo también en cortos periodos de tiempo. La segunda se da cuando la amenaza o estrés se prolonga en el tiempo. El individuo empieza a reaccionar con el eje que involucra al hipotálamo (zona del cerebro que influye en la producción de hormonas que controlan la temperatura corporal), la hipófisis (elabora hormonas para controlar otras glándulas entre otras funciones del cuerpo) y baja a la glándula suprarrenal, lo que implica más tiempo para activar el estrés. El problema es que cuando se activa este segundo eje es más difícil desactivarlo. En resumen, este eje es el que perpetúa el estrés y hace sentir una constante amenaza, aunque el estresor o amenaza se haya ido”, continuó.
Finalmente, Vargas mencionó que es importante entender que el sufrimiento genera cambios cerebrales o síndromes de sensibilización cerebral, lo que indica que las neuronas se vuelven más receptivas. El ser humano experimenta cambios neuroanatómicos y neurofisiológicos que le permiten al cerebro generar la misma inflamación o sensibilidad producida por traumas como por cambios psicológicos, de la misma manera en que genera cambios como si el cerebro tuviera una bacteria. Por ejemplo: los cambios sociales, la aceptación o no en un medio, el rechazo de una comunidad, la soledad impuesta son factores que generan cambios físicos son representados en el cerebro de la misma manera como si este presentara una bacteria.
El cerebro sufre y se enferma de la misma manera por traumas físicos como por situaciones sociales que afectan el desempeño emocional. Para el cerebro, habitan en la misma zona el miedo por situaciones de rechazo que el miedo por el dolor físico, esto como un factor que demuestra que la mente y el cuerpo son uno solo.
Por: Lisseth Ortiz Palacio - Agencia de Noticias UPB
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