Agencia de Noticias UPB - Medellín. Ayapel es un pueblo ubicado en el departamento de Córdoba, a dos horas de Caucasia, Antioquia. Rodeado de uno de los humedales más importantes de Colombia: la segunda ciénaga más grande del país. Allí habitan pescadores y artesanos. Y es con esta comunidad con la que la Facultad de Diseño de Vestuario de la UPB trabajó en la cocreación de nuevas artesanías hechas principalmente con papel de mecato. Este proyecto se realizó en alianza con CorpoAyapel, una entidad sin ánimo de lucro que promueve el desarrollo sostenible de la localidad, e Influenser, un movimiento global de reconexión y humanización.
Pero, ¿cómo se dio esta alianza entre estas tres entidades? Según Julián Monsalve, uno de los docentes del Núcleo Profesional Territorios e Identidades, todo empezó por dos razones: la primera, fue el deseo de salir de la ciudad para conocer y trabajar con otros territorios. Y. la segunda, el relacionamiento con diferentes empresas, entre ellas CorpoAyapel e Influenser, quienes, movidas por el deseo de querer explorar la artesanía en papel de mecato, emprendieron la búsqueda de universidades con un gran potencial para el diseño.
Para Luis Manuel Gutiérrez, líder de proyectos de Influenser, era necesario que la corporación y los artesanos innovaran creando nuevos productos para su comercialización. “Desde la organización se vio una gran oportunidad de crecimiento y de valor al trabajar con una universidad que tuviera el conocimiento y la experiencia en cuestiones de diseño, y en intervenir de manera creativa este proceso que nosotros ya llevamos con los artesanos”.
Anteriormente, la renta de los ayapelenses dependían solo de la pesca, pero dado a la contaminación de la ciénaga tuvieron que encontrar otras fuentes de ingresos; es aquí donde CorpoAyapel, con ayuda de voluntarias, los guiaron a la diversificación de estos enseñándoles diversas técnicas para el desarrollo de la artesanía.
Empezaron usando como material el fique, luego el papel de mecato y la palma de seje, su materia prima favorita; sin embargo, es aquí donde las entidades involucradas reflexionan. Hay un punto de quiebre, y es la conservación de los bosques donde se cosecha la palma antes mencionada.
Andrea Ramírez, coordinadora administrativa de CorpoAyapel, complementa esta reflexión cuando menciona que este material se puede ver amenazado por su alta demanda, y si no se cuida podría extinguirse. Una afirmación que puede comprobarse cuando se oye que ahora se tiene que ir más lejos para recolectar la palma.
Hoy, la idea es diversificar los materiales, logrando un impacto tanto en sus ingresos como en el medio ambiente, puesto que la acumulación de residuos es un problema para esta región. Para esto es necesario involucrar a quienes con sus manos crean y tejen las artesanías: “Si se acaba la palma de seje ¿Qué van a hacer? Van a quedar otra vez sin ingresos. Mientras que con este otro material ellos pueden tener una segunda opción, además de que el papel de mecato siempre va a existir, pues cada vez el consumismo es mayor”, agregó Andrea.
La riqueza y la diversidad cultural van de la mano con la diversidad de paisajes que tiene el país, del mismo modo, las personas que componen este equipo cuentan con varias visiones desde diferentes disciplinas. Es el caso de Susana Farley, una estudiante de Diseño Gráfico de la UPB, quien dentro de un grupo de diseñadores de vestuario nutre el proyecto con su idea de ayudar a los artesanos a crear marca.
Lo anterior surge a partir de su trabajo de grado, donde se dio a la tarea de hacer un estudio para realizar un manual que les sirviera a los artesanos para crear su marca. Allí les da indicaciones para hacer serigrafía e incluso para la producción de etiquetas en casa. Para Susana, es importante ayudarlos a darse a conocer desde la parte visual: “Es necesario que ellos tengan algo que los diferencie, que los haga notar en Colombia y en el mundo”.
La expectativa que tienen en común todas las partes involucradas es que salgan nuevas referencias comerciales. Las de Susana son hacer un estudio más a fondo para completar su manual y así ayudarles a crear marca e identidad; también pretende ir más allá del curso y seguir trabajando en el proyecto. Las de CorpoAyapel e Influenser es lograr generar una alianza duradera con la Facultad, que los artesanos y estudiantes aprovechen las ideas y capacidades de cada parte y, sobre todo, seguir con la labor social; es decir, invertir en ella para incluir a otras comunidades de Ayapel.
Para eso deben superar retos como el hecho de tener socialmente idealizada la artesanía, las diferencias culturales entre estudiantes y artesanos, mostrarles nuevas formas simples de trabajar, otros materiales. Y el más grande de todos, según el docente Julián Monsalve, la devolución responsable y coherente de los saberes adquiridos durante el viaje a Ayapel. “Llegar es un gran mérito, es un logro. Aprender y dar un paso en esa construcción tan compleja que es trabajar con artesanos y con la artesanía”.
Mientras las futuras diseñadoras y los artesanos cocrearon para tejer nuevas ideas de producto, también se tejieron experiencias y todos coinciden en la importancia de conocer las realidades sociales de las manos que laboran la artesanía.
“Dar un primer paso de acercamiento porque estamos muy distantes entre las ciudades y los territorios no capitales”, mencionó el docente enfatizando la palabra ‘distantes’. “Es muy diferente imaginarse un territorio que vivirlo. No es lo mismo ver un producto artesanal a ver quién está detrás del producto y cómo lo fabrica. Hay una gran diferencia entre el artesano y el consumidor. Hay que salir de los campus, de la ciudad, de la comodidad en la que vivimos y conocer realmente el país y cómo vive quién lo habita. Ver que cosas tan preciosas salen de lugares con muchas necesidades sociales”, concluyó.
El trabajo de campo se realizó en septiembre, y la entrega a los artesanos fue en el mes de octubre, ya que, por la distancia entre Medellín y Ayapel, la creación de los prototipos tardó varias semanas: “En un primer momento se debieron diseñar las estructuras metálicas o insumos, como la palma de seje, que pudieron proveer los artesanos a partir de los productos, conocimientos existentes, y los planos técnicos que enviaron los estudiantes. Luego ellos debieron desarrollar los productos y hacer la devolución a los artesanos”, afirmó Ana María Sossa Londoño, docente coordinadora del Núcleo Profesional Territorios e Identidades de la Facultad de Diseño de Vestuario de la UPB.
Por: Carla Cristina Tordecilla Pájaro - Agencia de Noticias UPB
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