Agencia de Noticias UPB – Medellín. El 5 de noviembre de 2024 se llevarán a cabo las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Los dos candidatos principales, Kamala Harris y Donald Trump, ya han pasado por el gobierno; la primera como vicepresidenta y, el segundo, como presidente. Durante el debate del 10 de septiembre, ambos hicieron lo posible por desligarse de los problemas que enfrenta actualmente su país y mostrarse como la mejor alternativa para solucionarlos.
A pesar de las grandes diferencias políticas que tienen, Harris y Trump le apuntan a la estrategia de ofrecerse como la opción del cambio, como explicó el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UPB, Nicolás Molina, docente de Comunicación y Marketing Político.
Por un lado, Donald Trump, igual que en 2016, se presenta como el candidato rebelde que se enfrenta al status quo y al establecimiento, mientras que Harris, con su lema “we’re not going back” (no vamos a volver atrás), propone romper con los vestigios del gobierno de Trump.
Para Molina, las similitudes continúan en lo que llamó falta de talante en el debate. “Ha perdido la capacidad de ser riguroso, sobre todo desde el lado de Trump. Y también desde el lado de Harris hay algo muy particular, que es direccionar los ataques de manera muy marcada al personaje que es Trump”, resumió.
Si bien los discursos de ambos candidatos se parecen en que hacen mayor énfasis en los ataques al oponente que en las propuestas, se diferencian en el público al que desean persuadir. “En Trump encontramos una perspectiva hacia la polarización”, explicó Molina. “Su intención de comunicación tiene más una lógica de segmentar públicos y segmentar unas audiencias. Él busca que el sistema esté dividido para poder fidelizar a esas personas que estén más cercanas a su idea política”.
El cambio que propone Harris, por el contrario, es el de dejar atrás esa política de la polarización y buscar el consenso. Su estrategia está dirigida a capturar a los votantes indecisos que, si bien pueden tener ideas lejanas de las suyas, tampoco están cerca de Trump. Lo que busca es una coalición más amplia que recoja apoyos de todos los sectores políticos posibles. De esta manera ha llegado a recibir el respaldo de varios republicanos, entre los que se encuentra Dick Cheney, antiguo vicepresidente de George W. Bush.
La estrategia de Harris también es arriesgada. Agrupar a un espectro tan amplio dentro de una misma candidatura no es una tarea sencilla. Como mencionó Molina, “donde yo tengo un modelo de campaña o un elemento programático donde tiene que caber todo el mundo, estoy proponiendo el mundo entero, todo y nada a la vez”. Trump, en cambio, tiene propuestas que apuntan directamente a ese público específico al que quiere fidelizar.
Por: Juan Daniel Arias Mejía – Agencia de Noticias UPB.
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