Agencia de Noticias UPB – Medellín. Diferentes hábitos que se han adquirido en el transcurso de la vida y nuevas rutinas durante estos meses de confinamiento pueden haber generado y generar problemas para dormir. Tener horarios irregulares para despertarse y dormirse; usar el celular o ver televisión antes de acostarse; el estrés, la ansiedad, la angustia y la incertidumbre; sumado a los cambios en las rutinas laborales, pueden ser algunos de los causantes de la perdida de sueño.
“El sueño es un estado fisiológico, esto quiere decir que hace parte de las funciones normales del día a día. Dormir es fundamental para que la parte biológica se equilibre con la parte metabólica, cardiopulmonar, intestinal, neurológica, la parte de descaso y de la restauración. No solamente para nuestro acondicionamiento físico y biológico sino también para la parte psicológica y neurológica”, explicó Jorge Mario Montoya Muñoz, médico y docente de la Facultad de Medicina de la UPB.
Cada noche, mientras dormimos, pasamos por varios ciclos de sueño, estos se componen por fases. La primera es la fase de transición entre estar despierto y quedarse dormido, luego se pasa por un sueño superficial, posteriormente un sueño más profundo y finalmente una fase llamada REM (Rapid Eye Movement) que es la fase de movimientos oculares rápidos.
Entre ciclo y ciclo se presentan unos microdespertares que son orgánicos, “estos duran menos de 5 segundos, muchas veces no nos acordamos de estos y otras pueden ser para ir a tomar agua, al baño o voltearse, e inmediatamente nos quedamos dormidos. Estos microdespertares son muy diferentes a los que se vuelven despertares prolongados, en donde el paciente se queda mucho tiempo despierto, entonces va a tener un sueño fragmentado y eso sí va a afectar su sueño”, expresó Montoya Muñoz.
En cuanto a las horas necesarias para dormir, Jorge Mario expuso que, por lo general, un recién nacido duerme entre quince y dieciocho horas; un lactante y niño preescolar, unas diez o doce; un escolar o adolescente, entre unas ocho y diez horas; y en una persona adulta, entre siete y ocho.
El médico y docente de la Facultad de Medicina aclaró: “También hay personas que pueden ser dormidoras cortas, que con 6 horas duermen normal y tiene un día totalmente activo. Eso sí, dormir menos de 6 horas o más de 9 puede ser contraproducente y la persona puede tener una patología. Hay que revisar qué está pasando y cómo puede afectar a corto, mediano y largo plazo el día a día”.
Dormir es un proceso biológico fundamental que permite descansar y recuperarnos física y mentalmente para el bienestar y pleno rendimiento. Dormir bien mejora la capacidad de memoria, la resolución de problemas, la motivación y el ánimo.
“Cuando hablamos de higiene son patrones, hábitos, rituales que cada uno debe adquirir para mejorar en algo específico. La higiene del sueño son unos parámetros básicos que debemos utilizar para favorecer que al momento de yo acostarme lo que me pueda afectar no me altere tanto al momento de dormir. No para que nos dé sueño, porque esto no lo garantiza, pero no hacerlo puede generar problemas”, manifestó Jorge Montoya.
Las recomendaciones son:
Por Allison Nathalia Jaramillo Chavarría, Agencia de Noticias UPB - Medellín.
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